Audi tiene la suficiente creatividad, como
para no dejar a un lado a algún competidor, y por supuesto también hace
comparaciones entre el A8 y el Mercedes clase S.
En este caso, los publicistas valoran el éxito económico y
el lujo de un orgulloso poseedor de una gran casa y un gran Mercedes, como un
todo perfecto, pero aburrido, frente a la diversión y emoción que garantiza el
Audi A8.
No es la primera vez y seguro que no será la última. La publicidad
agresiva entre marcas de automóviles es una técnica arriesgada, pero si los
expertos recurren a ella, es porque funciona.
Es posible que no afecte a las ventas directas, o quizás sí, pero ante
todo, afecta a la imagen de la marca, incrementa su solidez, su peso en el
mercado y muestra con desparpajo su confianza en la calidad del producto propio
frente al de la competencia, y al mismo tiempo también aporta un punto de vista
algo transgresor que, según en qué mercados y en qué segmentos, es muy
apreciado por los compradores.
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